Muchas veces se piden consejos para enseñar literatura de forma divertida. La enseñanza literaria se convierte en algo pesado para los estudiantes. En ocasiones, resulta muy difícil para un público juvenil (que además vive una época de Internet y rapidez de comunicación) tratar de leer obras como: La Ilíada y la Odisea, Don Quijote de la Mancha, Guerra y Paz y otros textos de valor literario.
Se añade que géneros como la poesía o el ensayo resultan complejos. A su vez, la manera de enseñar literatura parece centrarse en “saber información”; en vez de hacer que los cursantes “disfruten la lectura”.
Maneras de enseñar literatura de modo entretenido
Vamos a indicar 5 tips para enseñar literatura de forma divertida. Son consejos prácticos, sencillos, pero tienen muy buenos resultados. Tal vez, la base de esta enseñanza está en que los jóvenes disfruten la lectura. Para ello, están las siguientes sugerencias:
1) Conocer el mundo de los estudiantes
Muchas veces, el contenido de las obras literarias es muy distante de la realidad del estudiante. Por lo tanto, es de gran utilidad conocer la cotidianidad y mundo de los alumnos. De esa manera, se pueden elegir libros que tienen sintonía con el contexto estudiantil.
Muchas veces, se obliga a leer ciertos libros porque “están en el programa”. No obstante, son textos que no enganchan a los alumnos. Por el contrario, los ahuyentan del gusto por la literatura.
2) El teatro es una gran ventaja
Grandes dramaturgos, como William Shakespeare, han dejado interesantes obras. El teatro ofrece una gran ventaja: permite no solo leer, sino encarnar las historias y personajes. Los alumnos pueden sentirse alegres haciendo una obra teatral, haciendo así algo más interactivo.
Muchas veces, se cree que la literatura es la lectura de grandes novelas. Ocurre que la novela es un hermoso género literario, pero tiene el detalle de su extensión. El teatro puede ser más breve y tiene otra cualidad: es colectivo. Los jóvenes disfrutan socializar, y necesitan hacerlo. En ese sentido, el teatro les resulta perfecto.
3) La edad del estudiante es importante
Un factor que, muchas veces, es ignorado. Grandes obras de la literatura mundial― Don Quijote o Guerra y Paz― se suelen leer durante la madurez. Hay lecturas para cada edad, siendo necesario considerar los gustos e intereses de los alumnos.
- A los 8 años: los alumnos se divierten con el mundo de las leyendas, anécdotas.
- Entre 9 y 10 años: aventuras, ciencia ficción, narraciones cortas, libros de viajes.
- Entre 11 y 13 años: aventuras de peligro, primeras historias juveniles y de romances, hallazgos científicos.
- Entre 14 y 16 años: diarios, revistas, obras policiacas, etc.
Luego de los 17 años, el joven debería tener aficiones propias. A esta edad, ya se debería poseer una predilección literaria. No obstante, dicho gusto debería ser el efecto de una correcta enseñanza en etapas precedentes.
4) No forzar a leer “los clásicos”
Es normal que, en los pensum de literatura, enlistan obras como: Don Quijote, el Amadís de Gaula, Guerra y Paz, la Odisea y la Ilíada. No es malo, pero quizás no es la literatura que prefieran los jóvenes. Muchas de estas lecturas es mejor hacerlas en la madurez, luego de haber tenido un compás de referencias en la mocedad. Se agrega que son obras muy complejas, tanto en lenguaje como en contenido. Por lo tanto, pueden ser complicadas para quienes se aproximan por ocasión inicial a la literatura.
Hay que informar sobre los clásicos; pero quizás sea época de resúmenes, reseñas o de leer tan solo un par de capítulos. Por lo tanto, no es recomendable obligar su lectura. Esta obligación es una chispa que enciende la repulsión por la lectura en edades posteriores.
5) Juegos de conocimiento literario
Pueden ser actividades como: adivinanzas, juegos de rol o interpretar personajes literarios. También; hacer visitas a sitios donde se escenifican novelas o cuentos, a la vez que asistir a lugares donde los escritores hayan redactado sus obras. De esa manera, lo literario se convierte en un tour por espacios reales, los cuales inyectan entusiasmo al estudiante.
No queda duda que la enseñanza de la literatura es un reto. A fin de cuentas, la literatura es una forma de placer y gusto. Por lo tanto, es necesario enseñar a disfrutarla. Precisamente, el desacierto está en no adiestrar al aprendiz en el goce de la lectura.