El satélite natural del planeta Tierra es la Luna. Al igual que los otros planetas que forman parte del sistema solar que también tienen sus propios satélites naturales. Este es el caso de Júpiter y Saturno, que tienen un total de 70 satélites naturales. En cambio, Venus y Mercurio no poseen ninguno.
¿Cuál es su origen?
En teoría este satélite se formó hace aproximadamente 4.500 millones de años. La comunidad científica hasta ahora acepta la versión de que se originó a partir del choque de la Tierra con un planeta primitivo.
Como resultado uno de los restos de esta colisión comenzó a orbitar alrededor del planeta. A medida que se acumularon se fue creando un cuerpo al que ahora llamamos Luna. De hecho por sus dimensiones la convierten en el quinto satélite natural de mayor tamaño del sistema solar.
Composición de la luna
La luna se compone de los restos de la colisión entre planetas primitivos. En el interior encontramos elementos como el hierro sólido y líquido por capas; y otros minerales que siguen siendo analizados. Asimismo, en la corteza o manto exterior encontramos minerales como el magnesio, así como silicio y oxígeno.
Según los resultados de varios estudios se ha concluido que en la luna hay evidencias de una intensa actividad geológica. Entre ellas destaca la teoría de que en un dado momento estuvo cubierta por un océano de magma. Otras evidencias demuestran que hay restos de hielo de agua. Pero actualmente la mayor parte de su superficie está completamente cubierta por rocas basálticas y polvo.
Características de la luna
Su superficie se caracteriza por la presencia de varios cráteres. Estos son el resultado del choque de asteroides, meteoroides y cometas. Estos se han ido acumulando durante varios años. Asimismo, es importante destacar que el de mayor tamaño es el que lleva por nombre Cuenca Aitken-Polo Sur.
La distancia que hay entre el planeta tierra y la luna es equivalente a la medida del mismo asteroide multiplicada 30 veces. Esto se traduce a unos 385.000 km de distancia. Tiene un movimiento de rotación, lo que implica que gira sobre un mismo eje como ocurre con la tierra. En cambio, cumple con el movimiento de traslación que lo hace girar en torno al planeta.
La órbita lunar tiene forma elíptica y se hace en sentido contrario al de las agujas de un reloj. En total para completar el recorrido se necesita un total de 28 días en promedio. Esta misma cantidad de tiempo es lo que le toma para el movimiento de rotación como también para el movimiento de traslación. En cuanto a la velocidad está iguala al del planeta Tierra.
De hecho ambos cuerpos celestes se sincronizan por efecto de la fuerza de gravedad. Como resultado hay una fuerza de atracción y de empuje que afecta a ambos. Esta sincronicidad también es la responsable de que solamente podamos observar una misma cara de la luna.
En comparación con la tierra es 4 veces más pequeña y posee una densidad equivalente al 40% del planeta. Esta es la razón por la cual el peso de ciertos objetos en la luna es menor en comparación al peso de las mismas en el planeta tierra. Además, tiene una fina capa atmosférica.
Se ha podido comprobar que experimenta una actividad sísmica leve, que es provocada por el flujo de calor que proviene desde el interior o núcleo. Por otra parte, no cuenta con un campo magnético, pero sí tiene una serie de rocas superficiales que tienen magnetismo.